Décima cita de los Veteranos de Sanidad Militar para festejar el propio encuentro y la Navidad.
Un nutrido grupo de veteranos de Sanidad Militar se reunieron para convivir unas horas, compartir unas viandas regadas con un buen vino de la Ribera del Duero y celebrar que, un año más, seguimos aquí y ahora.
Cada vez se nos unen más Damas de Sanidad, lo cual significa una enorme alegría y satisfacción, pues, no en vano, esta casa de los Veteranos también es su casa. Sean bienvenidas.
Lástima de los compañeros que se quedaron por el camino, quienes también estaban con nosotros porque nunca se han ido de nuestro recuerdo y de nuestro corazón.
Unas palabras de nuestro Presidente para dar la bienvenida a los presentes, brindar por los presentes y los ausentes y felicitar la Navidad, dieron paso a la comida propiamente dicha.
Atendidos por Javi, en el Restaurante La Ibérica, fueron llegando los entrantes, los segundos platos, los postres, los cafés y los licores.
Y las conversaciones entre los asistentes. Y los recuerdos de tantos y tantos años pasados, juntos o separados en distintos destinos, pero siempre compañeros tirando del mismo carro en esa difícil misión que es la austera vida castrense. Ahora, en la distancia del tiempo, se han borrado los malos recuerdos, las penalidades y el dolor y queda compartir risas y anécdotas.
Recuerdos.
Y la hora de la despedida con los mejores deseos para los unos y para los otros. Y los abrazos y las palmadas en la espalda; y, como no, alguna que otra lagrimilla.
Y las promesas de volver el año que viene.
Que se cumpla el vaticinio.
Y, para nosotros Veteranos, un pensamiento de Henri-Frédéric Amiel: «Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el dificilísimo arte de la vida».




